Icono de La Dormición de santísima virgen maría

Description Icono de La Dormición de santísima virgen maría

El icono de la Dormición tiene su origen en escenas laterales de la historia de María.
La Dormición es la fiesta mariana más importante del Oriente cristiano y corresponde en Occidente a la igualmente popular Asunción.

Se centra en la naturaleza mortal de la madre de Jesús, en su plena humanidad. La presencia de Cristo junto a su lecho muestra que ella también necesitaba redención.
El icono de la Dormición presenta una enseñanza transmitida por la Tradición de la Iglesia: la muerte, el funeral, la resurrección y la Asunción de la Santísima Virgen.
La Dormición equivale al sueño, a la muerte no violenta, principalmente de los santos o de las personas piadosas. Pero para los católicos, la Dormición sólo se refiere a la Santísima Virgen María.
La simetría del icono viene dada por el triángulo: la madre muerta y su hijo que vela por ella.

La posición vertical de Jesús muestra la superioridad de la vida inmortal sobre la finitud de la carne humana.

Según el Evangelio apócrifo de San Juan y los cultos ortodoxos y apostólicos, la Virgen María abandonó su vida terrenal once años después de la crucifixión de Jesucristo. El Señor Jesús decidió entonces tener a su Madre a su lado para siempre y envió al arcángel Gabriel para expresarle este deseo y revelarle el día de su muerte.

El ángel Gabriel, mensajero de alegría y amor, se dirigió a la Virgen María y le dijo: "Tu hijo dice que ha llegado el momento de que mi madre esté siempre conmigo. No te disgustes por ello, pues pasarás a la vida eterna". María se alegró y pidió volver a ver a los Apóstoles. El mensajero de Dios le responde: "Vendrán a ti, cantarán himnos en tu presencia y harán tu funeral".

Ella reza en el Monte de los Olivos (donde está su casa) y prepara su lecho de muerte.
El Espíritu Santo reúne entonces a los Apóstoles en torno a María. Se reúnen en Jerusalén para el lamento.

A la hora de su muerte, la Augusta Virgen María yace en su lecho. Jesús la asiste, rodeado de una procesión de ángeles. A petición de Jesucristo, el Alma de María abandona su cuerpo.
El Señor Jesús se apareció -dice San Gregorio de Tours-, tomó el alma de su madre y se la confió al Arcángel San Miguel. San Miguel la recibió y la llevó al cielo.

El cuerpo de la Virgen, que permaneció puro después del parto, no experimentó la corrupción del sepulcro y fue directamente al cielo. La comunidad cristiana primitiva ya creía firmemente en esto. Esta creencia se basa en la tradición; los Evangelios no la mencionan. Es un dogma compartido por católicos y ortodoxos.

La ausencia de Tomás: según la tradición, duda de la dormición de la Virgen, lo que provoca la reapertura del sepulcro. Los apóstoles descubrirán que el cuerpo de María ha sido trasladado al cielo.

La diferencia entre Oriente y Occidente es que para los primeros, María tuvo que pasar, en Cristo, por una muerte y resurrección reales, mientras que para los segundos, el dogma de la Inmaculada Concepción no habla de esta muerte. El término pasivo Asunción transmite la idea de que la Virgen María no asciende al cielo por sí misma, sino que es ascendida allí. En cambio, la tradición oriental subraya la dulzura de la muerte de María, como si se durmiera.

Al igual que la fiesta de la Asunción en el calendario católico, cuya costumbre de procesiones fue establecida por el rey Luis XIII, la celebración de la Dormición tiene lugar el 15 de agosto en el calendario ortodoxo y cierra el año litúrgico de este último. La fiesta de la Dormición fue reconocida por la Iglesia de Oriente en el siglo VI.
En Occidente, los católicos hablan de la Asunción, mientras que para los ortodoxos, la Virgen María se durmió.
Un fondo arquitectónico ilustra los edificios de la ciudad de Jerusalén.

El plano real del icono: el lecho, el cadáver, los apóstoles.
El plano místico: Jesús y los ángeles.
En la parte superior, vemos a los primeros obispos de la Iglesia primitiva con los Evangeliarios abiertos (libro litúrgico del cristianismo que contiene todos o parte de los Evangelios leídos durante las celebraciones litúrgicas).

Podemos ver la emoción de toda la creación ante la muerte de Aquel que trajo al mundo a Aquel que es la Vida.
En este icono se distinguen dos planos: un plano horizontal con el lecho donde reposa el cuerpo de la Virgen María, y un plano vertical con una mandorla donde el Redentor estrecha contra su corazón el alma inmaculada de su madre, aquí representada en forma de niño envuelto en pañales.

El apóstol Pedro, corifeo de los apóstoles, se lamenta, inclinado sobre el lecho donde yace María, con las manos cruzadas y la cabeza nimbada apoyada en un cojín. Pedro preside la ceremonia de la muerte, agitando el incensario. A los pies de María, el apóstol Pablo parece llorar también.

El encuentro de los dos planos forma el signo de la cruz. La salvación se produce cuando el humano se deja tocar por lo divino. Se manifiesta el cumplimiento de la promesa divina. Sin embargo, el plano místico permanece invisible para aquellos que, en la parte inferior del icono, rodean el cuerpo de María, por eso sienten dolor. No comprenden: "No lloréis".

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El icono posee en la parte posterior un orificio dentado para fijación en la pared. Las muescas permiten el perfecto centrado del icono. Pueden también exponerse sobre un caballete

Para el formato G423 ver el caballete IKNG27

En la pestaña o la Categoría "Accesorios", encontrará los caballetes